No es fácil saber cuando un alcohólico está "listo"
para A.A. No todos los alcohólicos descienden al mismo estado físico o mental antes de
buscar ayuda. Como esquema general, los alcohólicos se pueden clasificar en las cuatro
categorías siguientes:
Primera: Estas personas parecen ser solamente
bebedores fuertes. Puede que beban diariamente o con menos frecuencia y sólo
ocasionalmente en grandes cantidades. Gastan demasiado en licor y pueden estar empezando a
retrasarse física y mentalmente, aunque se nieguen a reconocerlo. Su comportamiento es a
veces molesto; pero pueden, no obstante, seguir insistiendo en que pueden aguantar el
alcohol y en que es esencial para su trabajo. Se ofenderían, probablemente, si alguien
les tildara de alcohólicos. En esta etapa, puede que se estén acercando a la línea que
separa al bebedor social del compulsivo. Algunos pueden tener capacidad para moderar su
beber o para dejar de beber completamente. Otros pueden cruzar aquella línea, perdiendo
cada vez más su capacidad para controlarse y llegar a ser alcohólicos.
Segunda:
En esta etapa, los bebedores no pueden ejercer control sobre su
manera de beber y empiezan a preocuparse por ello. Sin poder abstenerse de la bebida, aun
cuando lo quieren, la gente de este grupo a menudo manifiesta una total falta de control
cuando beben, e incluso pueden admitirlo al día siguiente. No obstante, están seguros de
que la "próxima vez será diferente". Ahora los bebedores emplean varios
"mecanismos de control": beber sólo vino y cerveza; beber solamente los fines
de semana o durante ciertas horas del día o de la noche; elaborar una fórmula para
espaciar los tragos. Puede que tomen una copa "medicinal" por la mañana, para
calmarse los nervios. Después de un episodio de beber desenfrenado, sienten
remordimientos y quieren dejar la bebida, Sin embargo, en cuanto recobran la salud
comienzan a creer que la próxima vez podrán beber con moderación. Quizás puedan
todavía cumplir bastante bien con sus responsabilidades de trabajo o domésticas. Les
parece absurda la idea de que su beber probablemente empeorará progresivamente y pueda
entrañar la pérdida de su familia, de su empleo, o del cariño que otra gente les tiene.
Mientras tanto, dicen que les gustaría dejar de beber. Los que están familiarizados con
el programa de A.A. dirían: "Quieren querer dejar de beber".
Tercera:
Estos bebedores han sobre pasado la segunda etapa; han perdido
amistades, no pueden quedarse en ningún trabajo y encuentran arruinadas sus relaciones
íntimas. Quizás hayan consultado con médicos y hayan comenzado el agotador peregrinaje
por hospitales y centros de desintoxicación. Se dan perfecta cuenta de que no pueden
beber normalmente, pero no pueden entender por qué. Desean sinceramente dejar de beber,
pero no pueden. Parece que nadie les puede ayudar a mantenerse sobrios. Buscando un camino
hacia la sobriedad, se vuelven cada vez más desesperados. Generalmente, han probado
algún tipo de asesoramiento y quizás alguna dieta especial o terapia de vitaminas y,
durante un corto plazo, su condición ha mejorado, pero luego el declive ha seguido.
Pierden interés en toda relación social constructiva, en el mundo a su al rededor y tal
vez incluso en la vida. La única emoción que manifiestan con consistencia es la lástima
de sí mismos.
Cuarta:
En esta última etapa, los bebedores pueden parecer
desahuciados. Ya han pasado de una a otra institución. A menudo violentos, cuando beben
parecen volverse locos o ajenos a la realidad. Puede que a veces tomen un trago furtivo de
camino a casa al salir del hospital. Sufren de alucinaciones alcohólicas delirium
tremens (los D.T.). Llegado este punto, puede que los médicos recomienden que se les
interne en una institución. Tal vez ya haya tenido que hacerlo. En cierta medida, estos
alcohólicos parecen perdidos. No obstante, la experiencia de A.A. ha demostrado que, por
muy bajo que hayan caído en la escala del alcoholismo, son muy contados los bebedores que
han perdido la posibilidad y esperanza de recuperación en A.A. con tal de que
quieran recuperarse.
Es posible que a los
alcohólicos anónimos les cueste algún tiempo reconocer su propia enfermedad. Pueden
argumentar que sus problemas son "diferentes" y decir que A.A. no les es
necesaria ni deseable. Estos bebedores a menudo insisten en que distan mucho del fondo y
al mismo tiempo lo hacen más y más profundo. O sencillamente siguen insistiendo en que
pueden mantenerse sobrios por sus propios medios. Desgraciadamente no pueden y nunca lo
logran.
A todo aquel que tenga
cariño a un alcohólico, estas reacciones y evasiones le parecerán una píldora difícil
de tragar. La verdad es que nadie puede imponer el programa de A.A. por la fuerza a otra
persona. No obstante, si el bebedor a quien usted quiere vacila en buscar la ayuda
necesaria, usted puede tomar algunas medidas para contribuir a su recuperación.
Puede adquirir sólidos
conocimientos si es posible de primera mano- sobre el programa de A.A., para poder
estar en óptimas condiciones para ayudarle cuando esté listo para recibir ayuda. Puede
informarse sobre el programa escribiendo a A.A. o a los grupos familiares de Al-Anon
(refiérase a la página 17 de este folleto para las direcciones de correo). En muchos
pueblos, las personas cercanas a los miembros de A.A.(o a los que necesitan de A.A.), se
reúnen regularmente para intercambiar experiencias y puntos de vista sobre el problema
del alcoholismo. Forman parte de lo que se conoce como los Grupos Familiares de Al-Anon.
Entre estos, se encuentran los Alateen, para hijos adolescentes de padres alcohólicos.
Al-Anon no está afiliada a A.A., pero ha contribuido sustancialmente a aumentar la
comprensión del programa de recuperación de A.A. Su credo nos dice que el alcoholismo es
una enfermedad de la familia y que un cambio de actitud puede facilitar la recuperación.
La larga experiencia de A.A.
nos ha enseñado lo necesario que es tener confianza y mostrar paciencia al animar al
alcohólico a que comience su proceso de recuperación. Si el alcohólico responde a su
recomendación entusiástica de A.A. negándose incluso a discutir el problema, puede que
se sienta desolado y resentido. A veces debido a los trastornos que el alcoholismo causa,
o a su influencia adversa sobre los hijos, puede que usted decida marcharse, dejándole
solo ante su problema. Sin tener donde recurrir, el alcohólico puede verse motivado a
buscar ayuda en A.A. antes de lo que lo haría si usted se hubiera quedado con él o ella.
De vez en cuando es necesario ser cruel por un tiempo para poder más tarde ser bondadoso.
Puede que el alcohólico
parezca rebelarse contra la idea de A.A., estando al mismo tiempo casi dispuesto a aceptar
el ánimo y apoyo que le está dando usted y a unirse a A.A. o, al menos, a escuchar lo
que algunos alcohólicos recuperados tienen que decir a cerca del programa. En esta etapa,
el alcohólico se siente a menudo perplejo, sabe que tiene que hacer algo para hacer
frente a la enfermedad, pero no puede formarse una idea clara de la situación. Los
alcohólicos frecuentemente tienen conceptos erróneos sobre A.A. y sobre sus miembros.
Por esto, el conocimiento que usted tenga de A.A. puede ser de gran ayuda en este período
decisivo. Será capaz de contestar a preguntas, hacer sugerencias y corregir falsos
supuestos sobre A.A. |