La mayoría de la gente que recurre a
A.A. para ayuda logran su sobriedad sin grandes problemas y consiguen mantenerla; otros
tienen dificultad en entender y aceptar el programa de A.A. Con demasiada rapidez se
olvidan de lo que significa el ser alcohólico. Al haber recuperado su salud física y
encontrando su vida algo más manejable, puede que se alejen del programa mentalmente,
olvidando los principios, o físicamente, asistiendo a menos reuniones. Estas personas
pueden tener algunos relapsos, o "recaídas". Pueden volver a emborracharse.
Esto puede ser desconsolador y muy penoso, para sus seres queridos. Pueden despertarse de
nuevo los temores y los sentimientos de desesperanza. No obstante, los miembros de A.A.
experimentados saben que tales recaídas no tendrán que seguir repitiéndose
necesariamente en el futuro. Si el alcohólico puede repasar sinceramente su
comportamiento y los pensamientos que precedieron a la recaída, a menudo puede evitar que
ocurra otra vez. De hecho, una recaída puede ser una buena lección para los alcohólicos
que crean que están "curados" del alcoholismo sólo por haber estado
"secos" durante un rato.
La confianza excesiva y los pensamientos poco realistas a menudo entrañan
recaídas. El juicio se vuelve borroso y algunos alcohólicos empiezan a creer que pueden
controlar el alcohol. Asisten cada vez a menos reuniones o comienzan a criticar a la gente
de su grupo, olvidándose de la tradición de A.A. que nos recuerda que el alcohólico
siempre debe anteponer los principios del programa a las personalidades de los miembros.
Puede también que el alcohólico olvide vivir un día a la vez.
De fundamental importancia son los tres lemas de A.A., que frecuentemente
se citan: "Haz lo primero primero", "Vive y deja vivir", y
"Tómalo con calma" ("Poco a Poco se va lejos"). Sirven de
recordatorios útiles del hecho de que los alcohólicos se alejan de la bebida día por
día y se esfuerzan por lograr una amplitud de ideas y una serenidad espiritual. |